EL PROFETA
Autor: Henry Ramírez Merchán
“No os preocupes por el día de mañana……..porque cada día trae su afán….mirad las aves del cielo que no siembran ni siegan……y el señor Dios…..”
Así predicaba el profeta mientras recorría las calles del pequeño pueblo de Cereneby. Nadie sabía cuando había llegado ni de donde venia...una ola de misterio envolvía a este extraño personaje de cabellos ensortijados y mística mirada, su extraña palidez parecía haber salido de uno de esos lienzos de Zurbaran, aquel famoso pintor flamenco que se ganaba la vida, pintando imágenes religiosas.
Así era el profeta, vivía fiel a su dogma y a las enseñanzas de su maestro, aquel que lo condujo por los senderos de la austeridad, libre de toda esclavitud terrena…lejos de la concupiscencia de la carne…de la vanidad…y fiel a sus enseñanzas, arrojo de su corazón todo sentimiento adverso a la elevación del espíritu, arrojo lejos de si la ira, el egoísmo, la envidia, la avaricia, la mentira y todas las tentaciones libidinosas…esa era su ley…ese era su dogma! Y vivía feliz, Una atmósfera de santidad lo envolvía y los parroquianos empezaron a verlo como un ser especial, tocado por la mano de Dios, para bendición de todos los habitantes de Cereneby…fue así que comenzaron a frecuentarlo, para escuchar sus enseñanzas y sus sabios concejos…se había convertido en un pilar de fe y un modelo a ser imitado por todos!...todos querían estar cerca de el y buscar refugio espiritual en sus palabras, hasta que un día llego al pueblo un pequeño circo, con sus payasos, sus fieras amaestradas y esas bailarinas exóticas, que se balaceaban por el aire en elevados columpios, usando diminutos trajes que exacerbaban ese instinto animal-libidinoso que todos llevamos dentro.
Y…Una tarde, cuando los últimos rayos de sol se perdían en el horizonte, los nudillos de unos delicados dedos golpearon la puerta del profeta, esta se abrió y una oleada de jazmines y violetas cruzo el umbral de su modesta morada. ..y allí estaba ella, con su pantalón ceñido hasta los tobillos de sus largas y bien torneadas piernas, mas que un pantalón parecía una segunda piel empeñada en dibujar y resaltar, cada curva, cada valle y cada pliegue de su exuberante cuerpo; el escote de su blusa enmarcaba la redondez de sus formas gemelas, que se traslucían a través de una larga cascada de cabello mas oscuro que el negro!...el color canela de su piel contrastaba mágicamente con el abismo infinito de sus grandes ojos color turquesa; y en el carmín de sus carnosos labios jugueteaba una tímida sonrisa, mezcla de seducción y coquetería….aquel ser no era una mujer!...era un paisaje palpitante!…era la materialización de un poema!…una canción jamás interpretada por nadie, que invadía y embriagaba todos los sentidos, transportándolos a paraísos jamás soñados!... Pero…había una sombra de tristeza que se bañaba en el abismo de sus ojos, poniendo un toque de amargura y de dolor en la frágil alma de aquel bello ser que había encaminado sus pasos hacia el profeta, buscando refugio y paz en sus sabias palabras, este, la escucho durante mucho tiempo, con la paciencia del santo Job, mientras veía como abundantes perlas de lagrimas se desgranaban de los hermosos ojos de Lilibeth…así se llamaba esta bailarina de circo, que como una aparición había irrumpido en su vida, para trastornar toda su existencia. Muchas vueltas dio el minutero del reloj antes de que Lilibeth saliera de la humilde morada del profeta!...pero esta vez ya no se percibía esa sombra de tristeza… no, esta había huido de aquel paisaje viviente y ahora su rostro tenia el encanto y la placidez de las aguas tranquilas, y la serenidad del cielo después de la tormenta; caminaba armoniosamente… y sus pasos se perdían en la distancia, mientras su negro cabello se mecía con el viento, al rítmico y sensual movimiento de sus amplias y voluptuosas caderas.
La tierra dio muchas vueltas sobre su eje, y fueron muchas las manotadas de amaneceres, las que sorprendieron con sus primeros rayos de luz a estos dos seres, en el relajante sueño que depara el haber transitado por los senderos del placer, y la comunión suprema de los cuerpos que se entregan… fueron muchas las veces que vieron salir a Lilibeth del santuario del maestro!...y esto no era ya un secreto para nadie en el pueblo!, las murmuraciones y los comentarios sobre la conducta oprobiosa del profeta estaba en las conversaciones de todos ...todos los días…Hasta que un día, el profeta escucho en su conciencia el eco de las antiguas enseñanzas de su maestro…y se sintió asqueado de si mismo, vio toda su escala de valores sacrificada en aras de las pasiones que el había repudiado, se había alejado del sendero de la espiritualidad, y se había dejado arrastrar hasta los mas profundos abismos, seducido por una sirena de melindrosa voz y seductoras formas…se sintió tan solo y tan abandonado como el hijo de Dios en el madero de la cruz, aquella tarde en el calvario; y avergonzado ante si mismo,..,sintió inmensas ganas de llorar… sintió infinitos deseos de evaporarse, para poder ocultarse de las miradas oprobiosas de sus antiguos adeptos, y huir así, del terrible peso de su consciencia…fue entonces cuando decidió…….continuará en la próxima entrega!!!!!
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